Capítulo 1.

La desapacible lluvia caía sobre la plaza del pequeño pueblo de Sukia, y aunque estaba cómodamente sentado en un pequeño local caliente y confortable, sentía un desagradable frio en mis huesos. El calor de la bebida que tenía entre mis manos apenas si conseguía calentarme el interior y la agradable melodía de la música y la charla de la clientela no conseguía tranquilizarme.

Había quedado con mi novia, para celebrar que había acabado con la evaluación anual y poder descansar de una vez por todas. Tenía unos agradables planes para nuestra relación, pero claro, todo dependía de esa evaluación. Aunque no aumentase de categoría, si conseguía un puesto mejor la vida se me haría mucho más fácil, y hasta podría conseguir convencerla para que aceptara casarse conmigo. Pero eso tendría que esperar hasta los resultados.

Las evaluaciones no tenían un plazo fijo para la entrega de los resultados, aunque sin embargo solían tardar entre cinco y diez días. Se sabía de algunos casos excepcionales a los que se les había comunicado el resultado en tan solo diez horas, y de algunos (en general los ascensos a las categorías superiores) que habían llegado a tardar más de cuarenta días. Desconocía los criterios exactos para la corrección de las pruebas, pero sabía que si bien el grado se concedía por los méritos alcanzados, los destinos y puestos se concedían por una mezcla entre la necesidad de personal en el puesto, el grado alcanzado y otros factores.

Las que tenían un plazo fijo eran las primeras evaluaciones en las que se decidían las castas, y se constataban y registraban los progresos del desarrollo. Como es lógico, no recuerdo nada de esas evaluaciones, pero sus consecuencias siguen patentes hoy día.

Con cinco años me asignaron a la casta Tellus, una de las grandes cinco castas existentes en nuestra sociedad. Eso fue una gran alegría para mi padre, un joven ingeniero estructural (trabajo que solo los Tellus hacían), aunque sin embargo mi madre se lo tomó algo peor, ya que ella esperaba que fuese un Aqua como ella y que, con suerte, me destinaran al Cuerpo Diplomático.

Aún tenía en mi casa los informes de los análisis genéticos y siticos de mi primera evaluación. También tenía el informe impreso que recibí a los quince años, donde se me asignaba mi primer destino, la Facultad de Ingeniería Energética de Danu3. Cuatro años de trabajo duro, decepciones, alegrías y, finalmente, una modesta graduación, como otro de tantos de mi promoción.

Tuve suerte con mi siguiente destino, la planta de fusión nuclear de Sukia, el pueblo donde nací. Al año conocí a Miria, en la misma cafetería en la que ahora esperaba, como cada día, a que saliera de su trabajo. Recuerdo como me quedé embobado mirando su larga melena azul y sus preciosos ojos verdes cuando recogía su bebida la primera vez que la vi. Ese día no pude decirle nada, como tampoco en la siguiente ocasión que coincidí con ella, pero al cabo de un mes conseguí reunir el valor para acercarme a su mesa e iniciar una conversación. Y tuve suerte, pese a lo tímido y torpe que era (y de hecho sigo siendo) accedió a salir conmigo.

En los cinco años siguientes conseguí ascender varias veces, con las ventajas que eso me reportaba, y al estar soltero podía dedicar todos mis ingresos a mi propio bienestar, como por ejemplo el inmaculado deslizador biplaza deportivo que tenía aparcado delante de la cafetería. Precioso y de formas suaves y aerodinámicas. Con un color rojo intenso y con tres bandas negras recorriendo sus laterales. Todavía recuerdo la bronca de mi padre cuando lo vio.

-¿Te has vuelto loco? ¿Para que necesitas un deslizador privado? Sabes más que de sobras que te pueden destinar a cualquier lugar en la próxima evaluación. ¿Qué harás si te mandan a alguna colonia?

-Vamos. No me mandarán allí -. Dije con seguridad-. No creo que manden a alguien sin experiencia a algún lugar como aquél.

-Déjale-. Intervino mi madre -. Ya es mayorcito para saber en qué gastar su sueldo.

-Recuerda que para todo hay una primera vez…

- Siempre dices eso, papá…

De todas formas, pensaba, muchos de los miembros de mi casta no salían del planeta en toda su vida, y los que lo hacían, generalmente lo hacían en sus vacaciones o en viajes cortos unas pocas veces. Sin embargo existían trabajos especializados que obligaban a viajar a menudo de un planeta a otro, o realizar tareas permanentes en el espacio. Afortunadamente no era el caso de mi rama laboral.

Pero siempre se corría el riesgo de que te destinaran a una nueva colonia o planeta, pero a mi parecer, con un expediente como el mío, no se me escogería para un puesto muy duro o lejano en alguna de las colonias, aunque por otra parte tampoco se me darían puestos de mucha responsabilidad, y por lo tanto de mucho prestigio, en casa.

Pero con eso estaba feliz y satisfecho. Una vida normal, en un puesto normal, con una relación normal.

Por supuesto, y mientras esperaba los resultados de la evaluación, la vida seguía y el trabajo a realizar también, por lo que al día siguiente tendría que ir a trabajar. Pero por el momento, aún tenía la tarde libre y podía pasarla sin preocupaciones con Miria, que como siempre, ya llegaba tarde.

Tomé un sorbo de la taza que aún humeante estaba en mi mesa y continué observando distraído alternativamente la pantalla de la pared y la lluvia que caía en la plaza. De repente de mi gabardina salieron un par de pitidos. Saqué la pequeña placa metálica, la observe y me quede paralizado. Allí estaba parpadeante y en pequeñas letras mayúsculas: RESULTADOS EVALUACIÓN ANUAL.

No podía ser, los resultados de las pruebas no podían haber salido ya. No habían pasado ni dos días.

Mis dedos temblaban de indecisión entre querer saber la puntuación y mi nuevo destino o esperar. Pero esperar a qué. ¿A que el tiempo pasase y me pusiese aún más tenso? ¿A que Miria llegase y a ver los resultados con ella? No, sin duda lo mejor era verlos cuanto antes.

Ya más firme aunque con cierta indecisión, mi pulgar oprimió en el lateral de la pantalla y apareció el mensaje:

De: *** CONSILIUM EDUCATIO DANU ***

A: TULIUS MURIA MICEL

Asunto: ### URGENTE ### Resultados Evaluación Anual

Se concede con efecto inmediato a TULIUS MURIA MICEL el grado de TELLUS SEXTUS.

Debido al ascenso de rango y conforme a la puntuación e información obtenida en las pruebas realizadas a tal efecto se le destina a DANU6E como INGENIERO DE PRODUCCIÓN ENERGÉTICA DE CATEGORÍA 1.

Acuda al URBS EDUCATIO asignado para recibir información completa, los formularios necesarios para el traslado y las credenciales completas.

Danu6E, si mal no recordaba era una colonia minera. Así que me trasladaban del que había sido mi hogar durante más de veinticuatro años para mandarme a una sucia y pequeña caja hermética perdida en lo profundo del sistema.

Un ascenso. Técnicamente puede que fuera cierto, pasar de ser un Septimus a Sextus es dar un paso importante. Sin embargo, pasar de ser uno de los cientos de ingenieros de segunda de una de las mayores plantas energéticas del planeta para ir a una pequeña colonia minera, aunque fuese de ingeniero de primera, no era precisamente mi idea de promoción.

Se me pasó por la cabeza la idea de que tal vez no estuviera capacitado para el puesto. Se me pasó por la cabeza la idea de que habían cometido un fallo. Pero sabía que no era cierto. Sabía que la triste verdad es que me expulsaban de aquel agradable planeta, con su cielo azul y su templado clima. Me enviaban a un lugar donde no podría correr, donde el aire, el agua y hasta la comida era reciclada y tratada.

Con unas pocas líneas, me habían chafado mi futuro. Habían cogido mis planes de una vida tranquila y apacible y los habían lanzado lejos. Desde luego a mi no me gustaba para nada el destino y con toda seguridad a Miria no le haría la menor gracia enterarse.

Miré por la ventana y, de repente, la lluvia me parecía agradable.

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